Una vida sedentaria y coger peso de forma inadecuada aumentan la probabilidad de que aparezcan molestias.
Factores más comunes en invierno como las prisas, los atascos, las constantes preocupaciones o las emociones mal gestionadas pueden hacer que "el tono de los músculos aumente y, con el paso del tiempo, provoquen dolor, acortamiento muscular o sensación de rigidez y bloqueo", ha señalado la especialista en un comunicado.
Llevar una vida sedentaria y coger peso de forma inadecuada también aumenta la probabilidad de que aparezcan molestias en el cuello o en la parte baja de la espalda, algo que, según Leyda, "no es ni más ni menos que un grito silencioso para que dejemos de maltratarlos y nos replanteemos cómo queremos hacer las cosas".
Tampoco las personas desempleadas se libran de estas dolencias, ya que "la intranquilidad y desasosiego que les genera pensar en su futuro y el de su familia, les causa una tensión que puede desembocar en dolor de espalda y otras molestias musculares", ha proseguido.
Para evitarlas, esta experta fisioterapeuta ofrece estrategias como empezar el día desperezándose durante varios minutos o realizar estiramientos cada día, además de practicar un deporte con el que realmente se disfrute, que no resulte una obligación.
Para ello, propone buscar espacios naturales como la playa o la montaña para hacer esos ejercicios, los cuales ayudan a disminuir la rigidez y a aumentar la fuerza y resistencia de nuestros músculos, además de liberar hormonas como las endorfinas o la serotonina.
La parte psicológica también influye directamente en el bienestar físico, por lo que Leyda aconseja sonreír y, siempre que se pueda, reír con los amigos, ya que una sonrisa "supone menos gasto energético a nivel muscular que poner cara de preocupación o enfado".
También es importante mantener la mente flexible y libre de responsabilidades y obligaciones innecesarias.
En este sentido, ha indicado que se debe disfrutar de tiempo libre para nutrir nuestro niño interior con masajes o ejercicios de relajación.
Otra clave es disminuir nuestro ritmo de vida, aprovechando que en vacaciones no hay horarios tan estrictos, y poner una atención plena en todo lo que se haga.
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